Los grupos humanos, desde el principio, han formado sociedades y se han asentado y prosperado en diversos nichos ecológicos, adaptándose a nuevos medios ambientes y transformándolos (o intentando hacerlo) a sus necesidades. Parte de la historia de la humanidad es un "tira y afloja" con la naturaleza, la que de vez en cuando nos hace notar quién es quien manda realmente.

Para algunos investigadores como Michael Moseley fue la abundancia de peces que trajo la corriente de Humbolt lo que permitió el sedentarismo de los grupos humanos en la costa del Perú, antes del uso de la agricultura como medio de subsistencia (Moseley 1975). Esta propuesta ha sido aceptada por muchos otros investigadores, como el arqueólogo peruano Alejandro Chu, principal investigador de este sitio, quien reafirma que la subsistencia a base de la pesca y recolección marina permitió la construcción de asentamientos permanentes y el surgimiento de la arquitectura monumental, postulando a Bandurria como uno de los primeros y más antiguos (Chu Barrera 2008).

Los primeros humanos que se asentaron en Bandurria lo hicieron antes del 3,000 a.C., formaron una aldea y se dedicaron a la pesca y recolección de moluscos en la playa. Hacia el 3,000 a.C. comienzan a construir pirámides, convirtiendo a Bandurria en un centro ceremonial y político (Chu Barrera 2008). A partir de ese momento el uso del espacio físico se convirtió en una traza urbana, con espacios públicos (como las plazas circulares), espacios privados (la cima de las pirámides), espacios profanos (viviendas) y espacios sagrados (las pirámides). Todo lo anterior reflejaría una sociedad compleja y dividida en partes desiguales, desigual importancia, desigual número de miembros. Para Alejandro Chu, la religión fue el principal factor de cohesión social aprovechado por la elite para controlar a la población desarrollando todo un aparato mágico-religioso expresado, por ejemplo en las pirámides (Chu Barrera 2008).
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